El problema del Mal y la Paradoja de Epicuro

Rodrigo Ramírez
6 min readMay 10, 2019

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¿Por qué ocurre el mal? ¿Es compatible la idea de la existencia de un Dios omnipotente y benevolente con respecto a todo el mal y miseria que existe en el Mundo? ¿Cómo este Dios podría permitir la desgracia de los seres humanos?

Dentro de la filosofía de la religión, este dilema es lo que se conoce como la paradoja de Epicuro, quien fue un filósofo de la antigua Grecia, y a quien se le atribuye su autoría.

Existen muchas formulaciones de la paradoja y también posibles soluciones, pero no nos adelantemos. Esta versión más esquemática es del escritor latino Lactancio (siglo IV), y está formulada lógicamente, que va más o menos así:

1- Dios o bien quiere evitar el mal y no puede;

2- O puede y no quiere;

3- O no puede ni quiere;

4- O puede y quiere.

Cada una de estas opciones tiene sus propias consecuencias. Veamos algunas de ellas:

1- Si quiere y no puede, es débil, lo cual no es propio de Dios;

2- Si puede y no quiere, es malvado, lo cual tampoco es propio de Dios;

3- Si ni puede ni quiere, es tanto malvado como débil, claramente no es Dios;

4- Y si quiere y puede, que es lo más propio de Dios…

¡¿De dónde proviene todo el Mal en el Mundo?!

En una primera reacción, podríamos decir: ¡jaque mate cristianos! Hemos probado la inexistencia de Dios.

Epicuro de Samos

Pero veamos bien la paradoja antes de decretar a un ganador. Existen ciertos elementos que debemos clarificar antes de emitir un juicio, por lo que se deben hacer ciertas distinciones para comprender el problema en cabalidad.

Varios teólogos y apologistas han intentado responder a esta paradoja de diversas maneras, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Martín Lutero, Calvino, o por filósofos de diversa índole como Hume, Kant, Hegel o Leibniz, que han ensayado soluciones a la paradoja de Epicuro, pero aquí nos centraremos en uno más contemporáneo.

El filósofo y teólogo cristiano de inspiración analítica William Lane Craig propone una solución a la paradoja de Epicuro de la siguiente manera: lo primero que debemos hacer es distinguir entre el problema emocional del mal y el problema intelectual del mal.

El problema emocional del mal se refiere a la carga o respuesta emocional sobre el sufrimiento que no permite distinguir el problema de manera justa, pues termina siendo un estilo de chantaje apelando a las emociones de las personas.

El problema emocional intenta demostrar que el mal y el sufrimiento es inconcebible y detestable, pero apelando a la manipulación emocional del oyente.

Desastres naturales

Esto sucede en el caso de los desastres naturales, cuando ocurren tragedias muy dolorosas que no son causadas por arbitrariedades de la naturaleza, sin culpable aparente pero con nefastas consecuencias.

A pesar de que no exista aparente culpabilidad, nuestras emociones intentan dar una respuesta o culpable a lo ocurrido. Desprenderse de la carga emocional es relevante para distinguir el problema sin caer en maniqueísmos o manipulaciones del dilema.

Sin embargo, esto no quiere decir que el problema emocional del mal deba ser descartado o tildado de innecesario, abordarlo es justamente lo más importante para acercarnos a la necesidad de la existencia de un ser divino, nos dice Craig.

Luego tenemos el problema intelectual del mal, que puede ser dividido en dos versiones: una versión lógica y una versión probabilística.

La primera versión intentaría demostrar que la existencia de Dios es lógicamente incompatible con el mal y el sufrimiento en el mundo. Dado que existe el mal, no es lógico que Dios exista, pues ambas se contradicen mutuamente.

Imagen tomada Alice Seeley que documenta el horror vivido durante el genocidio a los pobladores del Congo por Leopoldo II de Bélgica

Similar podría ser la analogía de un soltero casado. No puede existir tal cosa, pues el hecho de que sea soltero, por definición lógica, significa que no debería ser casado.

Lo mismo ocurre con Dios, si Él existe, y si es benevolente y todopoderoso, no debería existir el mal. Pues, siendo que el mal existe, concluimos que lógicamente, Dios no.

Sin embargo, según Craig, esta contradicción no es explícita a simple vista, la contradicción podría salvarse añadiendo una tercera suposición a la premisa:

- Dios es omnipotente y benévolo

- El mal existe

- Dios tiene razones moralmente suficientes para permitir el mal en el mundo

De esta forma, se salva la contradicción lógica, por lo que desde el ateísmo se debería probar que es lógicamente imposible que Dios tenga razones morales para permitir que el mal exista. Debido a que no es posible demostrar esto, la versión lógica demuestra fallos.

La segunda versión es un poco más atenuante y flexible, estipulando con el mismo argumento que, dado el mal y el sufrimiento que existe en el mundo, es improbable que Dios exista.

Podría no haber una contradicción lógica pero sería improbable que, existiendo Dios, se pueda permitir tanto mal y en especial su gravedad.

¿Esperanza?

Pero aquí nos tropezamos con lo siguiente, estaríamos asumiendo un grado de conocimiento que no tenemos dada nuestra condición epistémica, hacer ese tipo de juicios probabilísticos requiere una carga probativa que no poseemos, pues somos seres finitos, limitados por nuestra cognición y nuestro lugar relativo en el espacio-tiempo.

Sin embargo, un Dios, que trasciende lo material, en teoría, podría mirar el pasado y el futuro de manera simultánea, toda la historia de principio a fin en su totalidad, por lo que, desde su perspectiva omnisciente, tendría razones suficientes para permitir el mal, mientras que nosotros por nuestra condición de finitud y nuestro marco epistémico parcial, no llegaríamos a contemplar.

A partir de la teoría del caos - que se ejemplifica con la frase de “el aletear de una mariposa en Brasil provocaría un Huracán en Texas”- se comprende que hasta el evento más trivial podría tener ramificaciones que no seríamos capaces de sospechar o predecir sin la totalidad de las variables que las compone.

Podríamos decir que, desde nuestra perspectiva, todo el mal que ocurre en el mundo es gratuito y sin ningún sentido o propósito ulterior, pero desde un reconocimiento epistémico sincero, no podemos afirmarlo con total seguridad.

Por lo que volvemos nuevamente al problema emocional del mal, es decir, que la única dificultad para conciliar la existencia de Dios con la existencia del Mal, no es de índole lógica, sino que es una dificultad emocional que debe ser abordado por los creyentes y la teología, según Craig.

Soportar el peso de la existencia, y el resultado de las acciones humanas, que muchas veces conducen al sufrimiento, es solo posible mediante la redención de un ser superior, Dios en este caso.

La decisión final se las dejo a ustedes, esto no prueba explícitamente que Dios exista o no, para mí, como agnóstico, pienso que esto es un debate, por el momento, irresoluble dentro de los márgenes cognoscitivos actuales.

Hermandad

Sin embargo, demuestra que el argumento contra la existencia de Dios derivada de la Paradoja de Epicuro contiene ciertos fallos de orden lógico que la hace insuficiente para demostrar su punto.

Además, por más repetitivo que sea, el debate no se puede saldar mediante un mero ejercicio lógico, ya que esta -la lógica- solo enfrasca las formas de los argumentos, no el fondo.

La lógica está limitada en responder preguntas de fondo, que requieren de una conexión con la realidad, demostrar algo lógicamente no la convierte automáticamente en una verdad incuestionable.

Por el momento el debate sigue abierto y las posturas abiertas para argumentarlas, en un continuo ejercicio de ensayo y refutación.

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Rodrigo Ramírez

Estudiante de Sociología y entusiasta de la Filosofía. “El ser humano no es al fin una especie natural sino una realización histórica” Juan José Sebreli.